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por Nestor «Chino» Luna

La argentina pelea por romper la eterna secularidad de «crisis, desempate y fracaso» que domino las última décadas como maleficio.
El fin de ciclo, no solo conlleva la caída de las alianzas dominantes, sino la descolocación de quienes se eligieron como líderes y hoy, por más esfuerzo y relato que pretenden instalar, son parte del pasado y del fracaso.

La nueva fuerza política carece de estructuras y masa crítica, se asemeja más a un rejunte de jugadores libres que se unieron para formar un club sin mayor pretensiones que ser parte y terminaron ganando el campeonato. Del voluntarismo deben pasar a la acción y no alcanza con culpar al árbitro y al VAR, es tiempo de tácticas y estrategias sustentadas en una espertiz de dudosa existencia.

La analogía futbolera puede resultar ilustrativa pero las consecuencias son mucho más dañiñas que un mero juego deportivo.


Sucede, que lo que está en discusión es el país. Y no como una entelequia. El país con rostros, nombres y apellidos que optaron por dejarse seducir por el cambio por el cambio mismo.
Inflación, endeudamiento, pobreza, marginalidad son detonantes de alta combustión que unidos al calendario, ponen a diciembre como un horizonte cercano y por lo menos angustiante.
Desde las jurisdicciones provinciales saben que no alcanza con discursos a la hora de contener la demanda social. Los números financieros le aseguran el pago de sueldos para noviembre y diciembre, pero en el debe queda la planilla del medio aguinaldo y eso ya causa esquozor a los gobernadores.
La macroeconomía transita otros carriles, el ciudadano de pie que le dió el voto a Milei carece, en su gran mayoría del conocimiento de los vericuetos burocráticos del Estado, y espera que sus demandas insatisfechas que motivaron su voto sean resueltas. Los libertarios empezaron a tomar conciencia que muy diferente es gritar a convencer. Y ya desfilan los eternos miembros de la «casta» promoviéndose como alternativa. Parece curioso y hasta decepcionante que los argentinos castigaron a la casta política y hoy se ellos los que pretendan garantizarle gobernabilidad a quien llegó por castigo a ellos.
Argentina nunca la entenderías. Con sus interminables grietas y sus decisiones antagónicas, tiene por delante un nuevo escenario político social dónde la mitad de sus habitantes optaron por el final de un ciclo y la otra mitad pretende atrincherarse en defensa de lo que ellos consideran la razón de ser de la Nación.
Las primeras medidas serán determinantes. Dejarán al descubierto si buscaremos un país financiero o productivo. Si seremos una república o un manojo de intereses económicos. Si construiremos futuro o sobreviviremos el presente. O tal vez, si de una vez por todas clausuraremos la frustración y el resentimiento para dejar aflorar las coincidencias y los intereses en plural. De no ser así el destino inevitable será la saga dolorosa de nuestra historia: crisis, desempate y fracaso…

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