Política e Inteligencia artificial (IA)

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por Alejandro Urueña

Project Management I.A. Abogado. Diplomado en Derecho del
Trabajo y Relaciones Laborales, Universidad Austral; Diplomado en Derecho 4.0,
Universidad Austral; Magister en Derecho del Trabajo y Relaciones Laborales,
Universidad Austral (T.P); Posgrado de Inteligencia Artificial y Derecho, I.A.L.A.B,
U.B.A. Posgrado en Metaverso, U.B.A. Actualmente Cursando Maestria de
Inteligencia Artificial Centro Europeo de Posgrado. Actualmente cursando
programa (IA) Universidad Austral.

“El campo de la Inteligencia Artificial, o (IA), va mas allá: no solo intenta
comprender, sino se esfuerza en construir entidades inteligentes”, Stuar Russell,
Peter Norving en Inteligencia Artificial Un Enfoque Moderno.

En un mundo donde la tecnología y la inteligencia artificial (IA) avanzan a pasos
agigantados, surge una pregunta fundamental: ¿debe la política seguir el ritmo de
la IA o debe la IA ser regulada por la política? Aquí juegan también en el medio los
intereses hoy considerados “supremos” de las multinacionales tecnológicas.

Los controles planetarios, es decir, las regulaciones y directrices que gobiernan la
forma en que los países abordan los problemas globales, están en el centro de
este debate. Aunque podemos traducirlos para un mejor entendimiento en
términos futbolísticos, la (IA) juega al Offside con la humanidad y cómo aditamento
le pone los parámetros al VAR (Video Assistant Referee).

La política como guardianes de la evolución

La política ha sido tradicionalmente el vehículo para establecer normas y
regulaciones que guían el comportamiento humano. Los gobiernos, a través de su
función legislativa, establecen las reglas del juego. En el contexto de la IA, esto
significa determinar cómo, cuándo y dónde puede ser utilizada esta tecnología.
Los gobiernos tienen la responsabilidad de garantizar que la IA sea segura, ética y
beneficie a la mayoría.

La IA como motor de transformación

Por otro lado, la IA tiene el potencial de transformar sociedades, economías y
vidas humanas de maneras que aún no podemos prever por completo. Puede
influir en las decisiones y elección de los administradores, al ofrecer soluciones basadas en datos a problemas complejos, como el cambio climático o la salud
global. Sin embargo, si no se regula adecuadamente, también podría ser mal
utilizada, llevando a violaciones de la privacidad, desigualdades y otros problemas
éticos.

El equilibrio es esencial

La relación entre política e IA no debe verse como un juego de suma cero. No es
una cuestión de qué viene primero, sino de cómo pueden trabajar juntos. La
política debe ser proactiva, anticipando los retos y oportunidades que la IA
presenta, y estableciendo marcos regulatorios que promuevan la innovación
responsable y en control de una transición y en defensa de los puestos de trabajo.
La IA, a su vez, puede ayudar a los responsables políticos a tomar decisiones más
informadas.

Hacia un futuro colaborativo

Los controles planetarios, que se refieren a las normas y regulaciones a nivel
global, juegan un papel crucial en este equilibrio. Al enfrentarnos a desafíos
globales como el cambio climático, es evidente que la colaboración internacional
es esencial, desde ya formando un Derecho Constitucional Tecnológico con
nuevas bases. Del mismo modo, la IA, que no conoce fronteras, debe ser
abordada desde una perspectiva global.

En conclusión, ni la política ni la IA deben estar antes que la otra. Ambas deben
colaborar y coexistir para garantizar un futuro en el que la tecnología beneficie a
todos, sin comprometer la ética o los valores humanos. Es un camino complicado
difícil de transitar, con muchas hipocresías por parte de las Multinacionales Tecnológicas, pero con diálogo, cooperación y estudio, es posible trazar una ruta
hacia un mundo más justo e innovador.

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