El Gasoducto, clave para la transición energética

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por Gabriel Matarazzo

Tesorero de la Federación Argentina Sindical del Petróleo, Gas y Biocombustibles (FASiPeGyBio).

El Gasoducto Néstor Kirchner representa una obra histórica. Con estos primeros pasos, comienza a tomar impulso una dinámica de sustitución de importaciones, particularmente de gas natural licuado, combustibles líquidos y energía eléctrica, con el alivio que ello representa en el egreso e ingreso de divisas.

Más adelante empiezan a visualizarse otros objetivos a largo plazo, por caso la consolidación del compromiso argentino rumbo a la transición energética, en base al potencial de Vaca Muerta, como también a las enormes oportunidades de la explotación offshore en las costas bonaerenses.

La puesta en marcha de este tramo del ducto, de 573 km, desde la localidad neuquina de Tratayen hasta la bonaerense de Salliqueló, propiciará aportes de gas natural equivalentes al 17 por ciento del consumo anual por día del país.

Este proyecto de desarrollo hidrocarburífero es un crecimiento asegurado para la economía argentina. Primero, vamos a dejar de importar gas para ser autosuficientes en la producción y consumo. Puntualmente, a partir de la reconfiguración de las redes troncales, se ampliará la capacidad de transporte.

Luego podremos volcar al mercado local y de exportación 44 millones de M3 adicionales, el equivalente al 40% de la producción actual de gas natural, alcanzando un ahorro anual de U$S 4.200 millones. Aquí cumplen un papel central las grandes inversiones, como aquellas destinadas a la renovación de las plantas de licuefacción de Bahía Blanca, punto vital en la ruta hacia los destinos de ultramar.

Se atacará directamente el problema de la falta de dólares, en virtud de que el Gasoducto es ahorrar por un lado y exportar por el otro. En un par de años llegarán divisas por la exportación de gas licuado, con la posibilidad real de dar vuelta la balanza energética.

Sobre esta base, es imperativo poner el foco en otra producción como la del offshore, que tendrá lugar frente a las costas del norte bonaerense. El potencial de esta explotación se compara únicamente con Vaca Muerta. Ambas iniciativas pueden convertirse en claves tanto para la economía como para la transición energética.

Dentro de esta línea actividad offshore aporta nuevas ventajas, como la cercanía entre los sitios de extracción, las plantas de licuefacción y los puertos de la provincia, desde donde partiría la producción al exterior. Es otra solución que contribuiría drásticamente en la carrera por frenar el drenaje de divisas.

Así las cosas, la Argentina se encuentra ante una oportunidad inédita. Tenemos que apurarnos a producir petróleo porque en los próximos 30 años veremos una transición energética que va a pasar al consumo de otras fuentes. Este cambio requiere de una visión estratégica en la que el Gasoducto sea una herramienta más para la transformación.

Con este horizonte, nuestra Federación participó de una serie de encuentros en la ciudad de Amsterdam, de Países Bajos, donde junto con empresarios, gremios y representantes de la Universidad Católica Argentina y el Instituto Argentino del Petróleo y el Gas, entre otros, profundizó todo lo relacionado en materia de transición energética.

La agenda representó una oportunidad invaluable para el intercambio de conocimientos y experiencias para hacer que en la Argentina sea más sostenible el sector «downstream», aquel a cargo de las tareas de refinamiento del petróleo y purificación del gas natural. En ese marco, se realizaron recorridas por el Centro de Investigación de Tecnología hacia Energías Renovables y las instalaciones que posee Shell en esa ciudad.

Es indudable que hay que ir hacia una energía más sustentable, con los trabajadores como uno de los elementos fundamentales de este proceso de transformación. En ese sentido, la Federación visitó la central obrera de los Países Bajos para ver cómo manejaron allí esta cuestión. En los próximos años las modificaciones en las refinerías serán muy grandes y las relaciones laborales indefectiblemente atravesarán cambios, que se deberán afrontar.

No hay más excusas para no desarrollar energía sustentable, o nos iremos quedando fuera del sistema financiero. Argentina está ante un momento bisagra. Tenemos que adaptarnos a la realidad que demanda el planeta. Queda en nosotros la decisión de hacerlo en pleno control de nuestros recursos, como protagonistas de la transformación y desde una posición favorecida como potencia energética. (TELAM)

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