Por Néstor «Chino» Luna

A las 22 de este domingo, Osvaldo Jaldo sigue atrincherado a la espera que pasen las horas y aferrado a la Constitución provincial con el celular en modo avión. Los manzuristas comarcano atrincherados al triunfo del pasado domingo y negando la posibilidad de la orfandad de su jefe.

Sucede que en el instante exacto que Juan Manzur ascienda al Cessna Citation patente LV-BEU de la provincia con destino a Aeroparque, abandona para siempre Tucumán en busca de su sueño aún incumplido: ser Presidente de Argentina.

Atrás y en el olvido quedará Osvaldo Jaldo en su comarca, cumpliendo su sueño personal de ser gobernador aunque sea interino.

A la fórmula electa en 2015 y reelecta en 2019 no le importa demasiado «que pase en Tucumán y el pais» a ambos le importa sobremanera que «pase con ellos».

Tanto pataleo manzurista tiene razón de ser, cuando se perciben huérfanos pero ganadores de una guerra que dejó sangre y heridos, y terminó entregando el premio a quienes fueron ampliamente derrotados. Los generales y los propios soldados territoriales se sienten defraudados y manoseado y difícilmente entiendan que muchas veces la política premia a los perdedores.

Entre tanto ruido y operetas de baja monta. Los argentinos cuentan muertos por la pandemia y pobreza. Mientras quienes deberían tener las soluciones se empecinan en multiplicar los problemas.

Manzur no se caracteriza por el mal trato, pero si ejerce el destrato cotidianamente. La principal queja de funcionarios y dirigentes es que en 6 años de gestión nunca los recibió, ni atendió personalmente sus reclamos. Si se suma los 1.200 kilómetros de distancia y los problemas y demandas multiplicadas por 24 provincias, difícilmente tengan alguna oportunidad de estar en sus «oraciones».

Jaldo se dio cuenta que salvo la excepción de Famaillá, el interior responde al que gobierna y tiene la lapicera. Su junta de votos sustentada en la millonaria partida 012 de la Legislatura no fue la esperada y hasta sus generales más eufóricos mordieron el polvo de la derrota de la propia tierra que gobiernan.

Paradójicamente, los «ganadores de la derrota» ya eligieron sus autoridades. El «intendente periodista», el «legislador alarmero» y el «diputado electo senador», salieron vía redes a marcarle la cancha al que bautizaron «pequeño Nerón»; pero también le enviaron un mensaje de orfandad a quien los fogoneó en la guerra resuelta en cancillería. Los heridos necesitan asistencia y Manzur como médico debe saberlo…

Las horas pasan y las incertidumbres quedan.

Manzur y Jaldo vienen de un «divorcio» reciente, luego de 6 años de convivencia con muestras de afectos casi diarios y una repartija de bienes y responsabilidades muy claras. Todavía están en el periodo del enojo y las culpas por la ruptura impensada. Cada uno tiene su séquito que les exige porcentajes más importantes en el reparto de bienes. Los mismos que estaban convencidos el lunes que había que «bajar la espuma» porque el que gana gobierna y el que pierde acompaña, hoy se lamentan de haber prolongado el final.

La crisis palaciega nacional, producto de la derrota, acelero el juicio de divorcio y tomó por sorpresa a la sociedad desavenida. Seguramente la distancia servirá para bajar las tensiones. Por lo pronto, pareciera que Manzur le dejó la casa a Jaldo y el se quedó con el capital político…

Por lo pronto, y mientras termino estas líneas, los dos cumplirán sus sueños personales: Manzur su carrera al sillón de Rivadavia y Jaldo al de Lucas Córdoba, aunque sea interino…

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